Actualmente todos los países del mundo están reformando su educación pública. Hay dos razones para esto: la primera es económica, la gente trata de resolver cómo educamos a los niños para que encuentren su lugar en la economía del siglo XXI. La segunda razón es cultural, cada país está tratando de entender cómo educamos a nuestros niños para que tengan un sentido de identidad cultural, y de esa manera pasar nuestros genes culturales a la comunidad mientras se es parte del proceso de globalización.
El
problema es que tratan de llegar al futuro haciendo lo que hicieron en el pasado.
Desde el siglo XVII todo ha cambiado, la estructura familiar, los tipos de
familia, es decir, el mundo ha cambiado radicalmente menos la escuela. Por
ejemplo, los niños siguen agrupándose por cursos en lugar de por su nivel
madurativo, siguen utilizando un método de adiestramiento social, cuando suena
el timbre del recreo a formar filas, etc.
Además, el actual sistema educativo fue diseñado para una época
diferente. Fue concebido en la cultura intelectual de la Ilustración (siglo
XVIII) y en las circunstancias económicas de la Revolución Industrial. Bajo la
idea de que la inteligencia consiste en nuestras capacidades de razonamiento
deductivo, y el conocimiento de los autores clásicos.
Por
otro lado, los niños están viviendo el período de estímulos más intenso de la
historia. Están siendo bombardeados por información que llama su atención, videojuegos, móviles, cientos de canales de
televisión, etc. Entonces, debemos ir en la dirección contraria, es decir,
cambiar el paradigma cambiando los formatos en que presentamos la educación,
adaptarla al mundo virtual-multimedia en que vivimos.
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